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___Spectre___

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Vamos a empezar dejando una cosa clara: a mí este Bond no me gusta un pelo. Me pareció inapropiado desde el momento en el que anunciaron su incorporación a la serie de películas. Dejemos otra cosa clara: difícilmente alguien podrá igualar algún día la elegancia de Pierce Sexy Brosnan. Y fijemos un último concepto: muy bien hechas tienen que estar las películas de acción para que no acabe bostezando. Y ahora que estamos todos en antecedentes, empecemos con la crítica.

En un mundo en el que la información es poder (y tal y como se expresa en la propia película, daría miedo al mismísimo George Orwell), el terrorismo se ha vuelto más sofisticado y el objetivo de los nuevos supervillanos es controlar los datos privados de civiles, instituciones y organizaciones. Es el espionaje de los malos-malísimos del siglo XXI. Este es el argumento central de Spectre, una más para la saga Bond. Sam Mendes abre la película con un contundente e impresionante plano secuencia en pleno Día de los Muertos en Méjico DF. Una primera secuencia que promete una descarga visual impresionante, pero que a medida que el metraje avanza, se va estandarizando y desvirtuando. Yo lo que veo a partir de esta secuencia inicial es un sinfín de localizaciones completamente gratuitas, y con esto no me refiero a coste cero, sino a justificación de guión cero: Méjico, Londres, Tánger, Tokyo, Roma… Suma y sigue.

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La producción de este film es de una factura brutal. Se nota en cada detalle. Euros, euros, dubidú. El reparto es de primera línea, aunque haga aguas, precisamente, en sus dos protagonistas. Daniel Craig es demasiado tosco para encarnar al elegante y siempre caballero James Bond. Le aprietan los pantalones y la camisa le va a explotar. Hemos pasado de Brosnan, un gentleman, a Craig, un hooligan. Camina con torpeza debido al excesivo desarrollo muscular, sus movimientos son tan bastos como parco su discurso y de la galantería de sus antecesores solo resta el traje de tres piezas. Ni que decir tiene su rostro. Daniel Impávido Craig. Es el Ryan Gosling de los agentes secretos. En Casino Royale, la cual se emitía en televisión cuando volvía de ver Spectre, su musculatura facial todavía gozaba de cierta movilidad. Sonreía, lloraba, se quejaba, discutía, seducía… En esta última aportación a la saga solo aprieta el morrete creyéndose sexy. Pon cara de Drive, parece que le susurren en cada plano. Léa Seydoux tampoco convence. Torpona con los tacones, nada grácil y con el sexapil por los suelos. Carece de atributos suficientes como para alzarse con el disputado título de Chica Bond. Y no me refiero al físico.

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La cinta es larga y cansina hasta aburrir. Dos horas y media de persecuciones, explosiones y mamporros son excesivas hasta para el más acérrimo seguidor, el cual tenía en la butaca de al lado y no dudó en pasarse los últimos treinta minutos consultando su móvil. La trama abusa de los plots o nudos argumentales y el rollito romanticoide final me conduce al personaje directamente al subsuelo de la credibilidad y el encanto. Una cinta que se deja ver, cuya producción de impresión es lo que la hace grande, pero que desencanta a medida que avanza. Problemas que habría resuelto con mucha más clase el agente 007 más sexy y elegante y no esta vulgar versión la cual bautizo como 000.

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